LA HIPOCRESIA NO NOS REPRESENTA

Un texto para tener en cuenta en el futuro en nuestra profesión. ¿Hasta dónde contaremos con hipócritas en nuestra carrera?

Escrito por un abogado dirigida a sus colegas en el Colegio de Abogados. Tomamos la misma nota para nuestra profesión.

Detesto a los hipócritas que te adulan, que te adoran y cuando das la espalda juegan con vos al tiro al blanco. Detesto a los especuladores que esperan que te caigas y te rompas el alma. Detesto a los que se creen superiores y hacen, dicen, trabajan y te traicionan igual que el resto de los mortales. Detesto a los que pretenden ser algo que no son. Detesto a los que prometen algo que no pueden cumplir. Pero por sobre todas las cosas detesto la deslealtad en todas sus formas y colores.

El hipócrita es el que deliberadamente y como hábito pretende ser bueno cuando sabe que no lo es. Pero el término mismo es una transliteración del griego hypokriteµs, que en general significaba actor teatral. En la Modernidad, más preciso en el Siglo XX, se lo emplea para traducir el hebreo h\aµneµf, que significa infiel.
Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. La palabra "hipócrita" designaba, en el teatro griego, al actor que utilizaba máscara y disfraz para representar una personalidad ajena a la suya. Su objetivo era deleitar al público. El pecado de hipocresía es fingir cualidades o sentimientos. Es una forma de mentir. No se debe confundir la hipocresía con el cumplimiento del deber cuando no se tiene ganas. Hipocresía es fingir. Muy distinto es luchar contra la tendencia de la carne motivado por un sincero esfuerzo por hacer el bien.
Con el advenimiento de la Sociedad de la Información, la hipocresía ha venido a ser un conjunto de reglas para moverse en el mundo. Aquí se debe destacar la naturaleza del conjunto de reglas, que oscilan entre lo permitido y lo prohibido, así como la capacidad de moverse en el mundo, reconociendo los contenidos simbólicos del mismo.
Alguien que cree que tiene derecho a tener un amante pero que su cónyuge no tiene tal derecho, tiene doble moral. Sin embargo, alguien que condena todo lo relativo al adulterio pero lo comete, es hipócrita.

La hipocresía es el acto de fingir que se tienen cualidades, ideas o sentimientos que en realidad no se tienen. La persona que realiza esta acción es llamada hipócrita. Cuando un hipócrita finge ser lo que no es lo hace muchas veces por la falta de autoestima.

La hipocresía involucra escasez de honestidad. Un alcohólico o un fumador que advierte que no se hagan dichas acciones no es hipócrita. Sin embargo, alguien que condene fumar o beber, pero lo hace, es hipócrita. Fallar en cuanto a lo que uno cree correcto no es hipocresía. Por ejemplo, un conductor que exceda la velocidad máxima y crea que sea incorrecto no es hipócrita. Sí lo es quien no admite que excede la velocidad máxima y dice que la obedece, entonces eso es hipocresía.

Esto es lo que hoy parece rodearnos en nuestra carrera profesional. Hipócritas con escasez de honestidad, falta de la verdad y oportuna a la traición. Debemos estar alertas y preocupados. Hay personas que el día de mañana saldrán con un título debajo de su mano, pero por dentro serán hipócritas, y cuando nos preguntemos si esas personas deberían ser parte de nuestra profesión, o peor aún, si deberían “representarnos” (aunque dudo de qué estilo de representación se está hablando) en nombre de nuestra institución, en algún Congreso, Modelo, Parlamento, o como sea el título donde se concurra, realmente lamentaremos que no se hayan adoptados medidas previas para que la hipocresía no nos represente. Si bien pueden “representar” a una institución, habría que evaluar hasta que punto están en representación de los demás profesionales, ya que estos poseen el derecho de discernir de esa representación y excusarse en no sentirse representados.

El problema está en que los hipócritas el día de mañana en nombre de nuestra profesión (Ciencias Políticas o Relaciones Internacionales), estén elegidos al azar en “representación” de toda una profesión. Evidentemente la solución no pasaría por el sólo hecho de pensar que la hipocresía no nos represente, no nos representó y tampoco nos representará, sino que la misma se brindará por vías mucho más drásticas.

Este ultimo párrafo creo que lo dice todo.

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